Hola! Permítanme que les cuente una aventura más de un españolito en Berlín.
Me presento. Mi nombre es Javi, y soy un hijoputa. No un hijo de puta, no. No tengo excesiva maldad, no pongo ajo en la paella, y mi madre es una excelente persona que nunca ha ejercido el empleo más antiguo del mundo. Yo soy un hijoputa, una de esas personas a las que, en según qué determinados momentos, puede generar cierta envidia. Para no aburrirles con testimonios de tertuliano resumiré un poco mi historia. Llegué hace medio año desde Escocia, con un alemán peor que el de Guardiola. En poco menos de dos meses ya tenía trabajo (aunque cobrando una cosa que no llamaría ni sueldo), un buen puñado de amig@s autóctonos, y un piso compartido con dos maravillosas chicas alemanas. Qué hijoputa. Este pasado fin de semana, mi capacidad de hijoputismo alcanzó un nuevo récord, al ser invitado a asistir al Splash! Festival en zona VIP, completamente gratis.
Más allá de alardear de hijoputismo o generar odio a lo #Rosalía, quisiera, si me lo permiten, contarles una pequeña experiencia completamente nueva para mí, que muchos de ustedes habrán experimentado ya, o se lo plantearán tras leer el post.