Hola, ¿como estáis?
soy Juanma Inhiesta Pardo, becario de todo esto. O sea, el último mono de Berlunes. Desde la derrota se es invencible, y yo soy un perfecto encadenamiento de fracasos.
En la asamblea de hoy voy a diseccionar un asunto que ha estado en la picota del debate político en Alemania durante las últimas semanas: el "Sozialtourismus" o el turismo social que presuntamente amenaza el menguante Estado del bienestar alemán.
Para aquéllas que no lo sepáis, "Sozialtourismus" fue la "Unwort des Jahres" o palabro de 2013. Un neologismo que sirve para describir la llegada a Alemania de ciudadanos de otros países con el único y exclusivo objetivo de aprovecharse de las ayudas sociales. A eso en mi pueblo de toda la vida lo han llamado ser un gorrón. Yo reconozco ser un poco gorrón, aunque soy un gorrón honrado: gorroneo porque no tengo y no porque me guste.
Cuando el jurado de ilustres conocedores de la lengua de poetas, filósofos y de mi vencidad alcóholica berlinesa eligió "Sozialtourismus" como la palabra menos afortunada de 2013, el debate sobre el presunto turismo social que se cernía sobre el Estado alemán había llegado a los medios de comunicación, pero el Gobierno federal de Angela Merkel no hacía caso a todo ese ruido.
Bien al contrario, Merkel y los suyos siguieron animando a los preparados y baratos jóvenes europeos de países con problemas agudos de desempleo a venirse a Alemania para hacer frente la alarmante falta de mano de obra en algunos sectores. Ello, mientras insistía que no había alternativa a sus recetas económicas para el resto de Europa.
Eso cambió hace muy poquito cuando dos de los ministros más relevantes del Gobierno de Merkel hicieron el siguiente anuncio. Dale al play Shopenhaua: